lunes, abril 21, 2008

Wunderursprung

En un desierto urbano es la acción. Lo estático en la calle; el tiempo en la vereda. Lejanos pasos fatigados de tacos altos, extraños para el colectivo social. Se acentúan. Mientras: lo estático en el tiempo; la vereda en la calle.

Algo sucede.
Una Interrupción, lo único posible en la paz del movimiento de lo cotidiano. El alejarse de los pasos, nulo; presta el paso al silencio abrupto, instantáneo. Forcejeo, entre lo indeseable, la Potencia; y su perseguidor, redentor de lo Ponible, censura del espectáculo.

La cartera cae al piso, la mujer redimida, capturada en la esquina del tiempo sale, en nuestro horizonte, de cuadro; agitada presa de poder que corre zapatos en mano por la calle de lo Estático, ahora dinamizado por el malestar testicular de toda una tradición golpeada y arrojada en la calle de nuestro Tiempo por un sonido de tacos alejándose a la libertad de la Unión con el evidente próximo plano.

Y así le seguiría el plano detalle de unos pies descalzos corriendo de derecha a izquierda en diagonal descendente, alternado con otro de su brazo derecho sosteniendo un par de zapatos, aferrándolos contra su torso que huye de izquierda a derecha de la prohibición de las mujeres en la calle, de la tradición del clasicismo visual; siempre con el golpear de los tacos en el empedrado detrás.

Uno de los posibles principios, si este fuese acaso el Misterio de un acusativo plural que persigue la revolución.

Las uniones de unas cosas con otras.