jueves, julio 12, 2007

Cinéfilos a la intemperie

¿cuál sería el poeta, el dramaturgo dotado de las facultades de hipnosis colectiva, del faquir de las Indias? ¿por qué os jactáis entonces de no hallaros en la zona de ilusión y de ver el truco detrás de ese telón? es el caso de las personas que se burlan del genio porque no puede conmoverlas. es toda la diferencia que hay entre nosotros y el aparato tomavistas con su ojo de vaca. muchos espíritus confunden ser conmovidos con ser víctimas, admirar con ser engañados. se rebelan contra la hipnosis. es fácil, ¡ay!, porque el poeta juega su flúido por banda y posee los medios más débiles para convencer.

un museo sólo tiene disculpa en la medida en que atestigua actividades antiguas, en que conserva lo que queda de fosforescencia en torno de las obras, el flúido que ellas exhalan y por medio del cual llegan a vencer la muerte.


jean cocteau, opio. 1931.

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Stalker

todo es cuestión de velocidad. (velocidad inmóvil. la velocidad en soi. opio: la velocidad en soie)*
después de las plantas, cuya velocidad distinta a la nuestra no nos muestra más que la inmovilidad relativa, y la velocidad de los metales, que nos muestra todavía más inmovilidad relativa, empiezan unos reinados demasiado lentos o demasiado rápidos para que podamos ni siquiera verlos, ser vistos por ellos. (EL CABO, el ángel, el ventilador.) no es imposible que el cine pueda algún día filmar lo invisible, hacerlo visible, ajustarlo a nuestro ritmo, lo mismo que ajusta a nuestro ritmo la gesticulación de las flores.

el opio, que cambia nuestras velocidades, nos proporciona la intuición clarísima de mundos que se superponen, se compenetran y ni siquiera sospechan unos de otros.


jean cocteau, opio. 1931.
* en soi: en sí; en soie: de seda.

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lunes, julio 09, 2007

L´aigle à deux têtes

hay en el hombre una especie de fijativo, es decir, de sentimiento absurdo y más poderoso que la razón, que le da a entender que esos niños que juegan son una raza de enanos, en lugar de ser unos "quítate de ahí, que me ponga yo".

vivir es una caída horizontal.

sin ese fijativo, una vida perfecta y continuamente consciente de su velocidad, se haría intolerable. permite dormir al condenado a muerte.

a mí me falta ese fijativo. es, supongo yo, una glándula enferma. la medicina toma esa dolencia por un exceso de conciencia, por una ventaja intelectual.

todo me demuestra en los demás el funciona de ese fijativo ridículo, tan indispensable como la costumbre que nos oculta a diario el espanto de tener que levantarse, que afeitarse, que vestirse, que comer. aunque no fuese más que el álbum de fotografías, uno de los instintos más chuscos para hacer de un tirón una serie de monumentos solemnes.

el opio me aportaba ese fijativo. sin el opio todos los proyectos -bodas, viajes- me parecen tan insensatos como si una persona que cayese por un balcón quisiera intimar con los ocupantes de las habitaciones ante las cuales pasa.



jean cocteau, opio. 1931.

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